(Editor’s note: In order to include our Latino brothers and sisters in The Messenger, we have enlisted the help of Fr. Salvador Gonzalez, OMI to write on issues important in the Catholic Church. We include both the English and the Spanish, and we will run a column like this as often as space permits.)
The sacrament of baptism leads all into the mystery of life — past sins are forgiven, the baptized person is born into a new life. Baptism is regeneration, new life, birth from above, participation in the resurrection, clothed in Christ, a sign of divine affiliation and anointing of the Spirit.
What is Baptism?
Baptism is the sacrament that initiates us into Christian life. This sacrament (which along with confirmation and First Communion are sacraments of Christian initiation) makes us children of God and members of the Church. When children are born, parents immediately give them a name, knowing that it is very important to record their names and be “somebody,” citizens of the country where they were born, recognizing their human dignity with rights and obligations.
However, for many people it is not the same with baptism because sometimes it is not given the importance it deserves and different opinions are expressed. The Bible mentions: “He who believes and is baptized will be saved “(Mk. 16, 16). As we all know, people are born with “original sin” that our first parents, Adam and Eve, committed. The Catechism of the Catholic Church reminds us that “Holy Baptism is the foundation of the whole Christian life, the gateway to life in the Spirit and the door which gives access to the other sacraments. Through Baptism we are freed from sin and reborn as sons of God.”
Because God loves us so much and knew that while we were in sin, we could not live in friendship with him, he sent his Son Jesus Christ, who became human like us to save us and make a life of love with God possible. To this end Christ died on the cross and rose again. Thus he overcame sin and made it possible for us to die to sin to be born again to the life of God. Baptism is our participation in Jesus’ death and resurrection.
When we are born, we come into this world “wounded” as a result of original sin, and when we are baptized we are born to the life of God, a spiritual life.
Baptism, like all the other sacraments was instituted by Christ. He gave the command to the apostles to “go and baptize” all. From the day of Pentecost, the Church has celebrated and administered baptism to those who want to “put on” a Christian life with a commitment to follow Christ in his Church.
Through baptism, God gives us the “gift,” the gift of being His children, giving us His Spirit, to abide in us. From that moment God the Father, God the Son and God the Holy Spirit — the Holy Trinity — dwell in the baptized.
Fr. Salvador Gonzalez, OMI, pastoral staff, shrine
Meditación Sobre El Bautismo
(Con el fin de incluir a nuestros hermanos y hermanas en El Mensajero latino, contamos con la ayuda del P. Salvador González, OMI para escribir sobre temas importantes en la Iglesia Católica. Incluimos el artículo en Inglés y en Español, y vamos a incluir un artículo similar de acuerdo al espacio permitido.)
En el sacramento del Bautismo desemboca todo el misterio de la vida: el pasado del pecado, el presente del hombre nuevo y la esperanza del mundo definitivo. El Bautismo es regeneración, vida nueva, nacimiento de lo alto, participación de la Resurrección, revestimiento de Cristo, signo de la filiación divina y unción del Espíritu.
¿Qué es el Bautismo?
El Bautismo es el sacramento que nos inicia en la vida cristiana. Este sacramento, (que junto con la confirmación y la Primera Comúnión forman los sacramentos de la iniciación cristiana) nos hace Hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Cuando los niños nacen, inmediatamente los papás les ponen un nombre, pues saben que es muy importante llamarlos de alguna manera para poderlos registrar y para que sean «alguien», con nombre y apellido, y sean ciudadanos del país en que nacieron; lo que hace que estas criaturas del Señor tengan derechos y obligaciones.
Sin embargo, para mucha gente no sucede lo mismo con el Bautismo, pues a veces no se le da la importancia que merece y hay confusiones, porque se escuchan diferentes opiniones y se olvida aquello que menciona la Biblia: “El que crea y se bautice se salvará” (Mc. 16, 16). Como todos sabemos, los hombres nacemos con el «pecado original» que cometieron nuestros primeros padres, Adán y Eva. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recuerda que “el santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios”.
Como Dios nos ama mucho y sabía que mientras estuviésemos en pecado, no podríamos vivir en amistad con Él, nos envió a su Hijo Jesucristo, quien se hizo hombre como nosotros para salvarnos y hacer posible la vida de amor con Dios. Para ello Cristo murió en la cruz y resucitó. De esa manera venció al pecado e hizo posible que nosotros podamos morir al pecado para nacer de nuevo a la vida de Dios. Todo ello se da gracias al Bautismo.
Cuando nacemos, llegamos a este mundo «heridos a la vida de Dios» a consecuencia del pecado original, y al recibir el Bautismo nacemos a la vida de Dios, a la vida espiritual. El Bautismo, como todos los otros sacramentos, fue instituido por Cristo. Él le dio el mandato a los apóstoles de «ir y bautizar» a todas las criaturas. Desde el día de Pentecostés, la Iglesia ha celebrado y administrado el Bautismo a todos aquellos que quieren asumir la vida cristiana con un compromiso de seguir a Cristo en su Iglesia.
Por el Bautismo, Dios nos da el «don», el regalo, de ser hijos de Él, dándonos su mismo Espíritu, para que habite en nosotros. A partir de ese momento Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Santísima Trinidad, habitará en el bautizado.
P. Salvador González, OMI, Equipo Pastoral del Santuario